Somos seres sociales, así que no entendemos la vida sin comunicación. En las últimas décadas, la manera de comunicarnos ha evolucionado y mejorado, para que tengamos una manera más fácil, rápida y cómoda de comunicarnos. ¿Eso quiere decir, que tenemos una comunicación consciente a la hora de relacionarnos?. Posiblemente sea todo lo contrario.

Todas estas mejoras, a primera instancia parecen genial, pero también tiene sus aspectos negativos. En un mundo en el que queremos las cosas “para ayer”, vivimos a tal velocidad que, en muchas ocasiones, no somos conscientes de que lo que estamos haciendo; nuestra atención está más centrada en lo que hicimos,o en lo que tendremos que hacer, divagando entre el pasado y el futuro, lo cual acaba siendo, una gran fuente de infelicidad, además de fuente de estrés para el cerebro.

Comunicación consciente y bienestar

La forma, en la que nos comunicamos, está totalmente relacionada con mantener el bienestar y la armonía. En cada momento del día, estamos vinculados a quienes nos rodean. La capacidad, que tenemos, de conectarnos con nuestros familiares, compañeros de trabajo, etc. es primordial para ser feliz y tener una vida más plena. Es más, existe un vinculo vital entre la buena comunicación, la autoexpresión hábil y la integridad.

Lo presente que estés, lo hábil que seas, para mantenerte conscientemente en la interacción , tanto en relaciones fáciles, como en las relaciones complejas, es esencial para tener relaciones satisfactorias, y mantener conversaciones más conscientes. Mantenernos conscientes, en el acto de la comunicación no es tarea fácil, ya que, nuestro atención se ve mermada por otros acontecimientos, que posiblemente, no tengan nada que ver, con lo que estoy haciendo en ese instante.

INVESTIGACIÓN: En un estudio, con más de 2000 personas, se les pidió a los participantes que puntuaran su nivel de felicidad y concentración en diferentes momentos del día.

Los resultados que se obtuvieron fueron muy esclarecedores: las personas más felices, eran las que mantenían su atención, en lo que hacían la mayor parte del tiempo; las personas que más sufrían, estaban pensando en cosas diferentes a lo que estaban haciendo. Por lo que podemos concluir que: una gran fuente de felicidad, en nuestra vida, es que la mente esté en el presente, que seamos conscientes de lo que estamos haciendo en cada instante.

Comunicación consciente y atención

En este entorno, en el que se acumulan un sin fin de actividades, trabajos diferentes, los cuales tenemos que enfrentarnos todos los días, perdemos la habilidad de enfocarnos, en lo que de verdad merece nuestra atención, en el momento que toca, ya que en la gran mayoría del tiempo estamos de cuerpo presente, pero con la mente en otro sitio, intentando solucionar acontecimientos, que están en otro lugar y tiempo.

¿No has sentido alguna vez, que en conversaciones con amigos, reuniones de trabajo, algunas de las respuestas a determinadas preguntas, no tienen nada que ver con lo que se estaba tratando? Esto es debido a que, gran parte de la información que tenemos en nuestro entorno, la recibimos de manera inconsciente, por falta de atención. El proceso de escucha activa, deja de funcionar. Nuestro sistema se limita a oír, si tenemos otras cosas en mente, bajando, por tanto, nuestros niveles de productividad, lo que puede provocarnos una sensación de baja efectividad y, en definitiva, mayor ansiedad y estrés.

La comunicación atenta no es fácil, máxime en todo aquello que tiene un contenido emocional. Es comprensible que después de décadas de condicionamiento, en la que hemos entrenado una comunicación más dispersa, necesitemos poner grandes dosis de esfuerzo y disciplina, para mejorarla.

Cuando no estamos totalmente presentes, en un encuentro, con las personas más próximas, tanto en situaciones personales como profesionales, nos perdemos cosas muy importantes. Desperdiciamos oportunidades preciosas para entender y ser entendidos; y, es más, una consecuencia de esto, es que quizá, lo que percibimos posiblemente sea una interpretación errónea de la realidad, que se suma a nuestro entorno tan estresante. Todo esto influye en la manera con la que interactuamos con los demás.

 

Comunicación y estrés

comunicación y estrés

Uno de los hallazgos más relevantes, cuando hablamos del estudio del estrés y de los factores relacionados con él, es el papel que juega la comunicación. Gran parte del estrés negativo o distrés, que sufrimos en el día a día, se debe a la forma que tenemos de interactuar con el resto de personas. Sin darnos mucha cuenta las personas nos agredimos constantemente.

Muy pocos de nosotros, nos atrevemos, a manifestar en alto lo que estamos sintiendo, en los momentos en los que nos vemos heridos. Deberíamos elevar nuestro nivel de consciencia a la hora de mantener conversaciones, ya que en cierto modo, nuestra manera de comunicarnos es rígida y posiblemente esté obsoleta, generando mayores conflictos que entendimiento.

En una conversación, uno de los elementos claves es el tono de la voz. La persona con quien interactúas es más sensible a tu tono, que a lo que estás diciendo, pues refleja claramente tu estado emocional; puede afectar directamente a la persona que te está escuchando. El tono puede tener un impacto fortísimo en nuestro destinatario y, en consecuencia el mensaje, que queremos transmitir.

Podemos comprender, por ejemplo, que un tono agresivo tendrá un choque negativo en el receptor, o que si una conversación se acompaña de frustración o miedo, el acto de la comunicación se verá perjudicado. Sin embargo, una mala noticia expresada con serenidad y calma, tendrá un impacto mucho más positivo.

¿Cómo hacer para tener una comunicación consciente?

  1. El primer paso es la pausa, que te permite conectar contigo mismo, asentarse en el presente y comunicarte con todo tu ser, es decir, con tu mente, con tu corazón y con tu cuerpo. Para poder hacer una pausa, la mejor opción es que te conectes con las sensaciones de tu respiración y te centres en ella.
  2. El segundo paso consiste en abrirse en lo que realmente hay, en vez de hacerlo a lo que te imaginas o esperas que haya. Parece sencillo pero posiblemente sea el paso más complejo de lograr, así que tendrás que poner toda tu intención en conseguirlo.
  3. El tercer paso sería escuchar y dirigir de nuevo nuestra atención hacia el objetivo elegido, apenas advertimos una disminución en la calidad de nuestra atención. Esto implica también escucharnos a nosotros mismos, a las sensaciones y pensamientos, que emergen cuando escuchamos lo que dicen los demás. Necesitamos una atención plena, que nos permita escuchar lo que los demás están transmitiendonos; no sólo las palabras sino también el lenguaje corporal, las emociones sentidas.
  4. El cuarto paso consiste en decir la verdad con intención de no dañar. Decir la verdad no nos da licencia para menospreciar ni humillar a los demás. Debemos de alentar, a que las personas se comuniquen con sinceridad y asertivamente. Decir la verdad no da licencia para insultar o humillar a los demás, es un instrumento, que podemos utilizar para mejorar la comunicación consciente con los compañeros, la comunidad, familia o incluso la organización a la que pertenezcamos.

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